El concepto de ábside, utilizado por primera vez en la arquitectura romana precristiana, servía como un nicho ampliado para albergar una estatua divina en un templo. También se utilizaba en las termas de los antiguos baños y en basílicas tales como la basílica imperial del palacio de Domiciano en el Palatino.
En los primeros tiempos del cristianismo (siglos IV-mediados
del VIII), el ábside abovedado se convirtió en un elemento habitual de la
planta de la iglesia y, desde la época de Constantino I, se colocó en el
extremo oeste de la basílica (por ejemplo, la antigua San Pedro).
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Durante los siglos VI y VII, la rama romana de la Iglesia
católica cambió la orientación del ábside hacia el este, como habían hecho
antes las iglesias bizantinas. La decoración del ábside era la más elaborada de
la iglesia, con las paredes revestidas de mármol y la bóveda ornamentada con
mosaicos que representaban una encarnación de la divinidad.
A comienzos del siglo VII, los cambios en las prácticas
litúrgicas dieron lugar a la adición de ábsides al final de las naves laterales
o del transepto. El clero trasladó sus asientos del ábside al coro, y el altar,
que antes se situaba entre el clero y la parte principal de la iglesia, se
trasladó al ábside.
Ya en la arquitectura del Renacimiento, el altar se colocaba a menudo contra
la pared del fondo. Con esta disposición se alejaba el sacrificio de la misa de
la congregación, un ajuste que finalmente condujo, durante el siglo XVII, a un
aumento de la predicación en la nave de la iglesia con la misa dicha en el
altar distante.
Durante el románico también se desarrollaron variaciones del
ábside. Aunque la forma del ábside seguía siendo sencilla en la arquitectura
italiana obteniendo su ornamentación exterior de las arcadas de los muros, las
cornisas y los contrafuertes fuera de Italia, sobre todo en Francia, se añadían
a la estructura principal un deambulatorio y capillas absidiales para formar la
compleja cabecera.
A lo largo del siglo XX, el ábside se ha mantenido como
elemento habitual de la arquitectura eclesiástica, especialmente en las
iglesias diseñadas a partir de la tradicional cruz latina o de planos
centralizados. Y tú ¿conocías este elemento arquitectónico tan inusual?