Los templos egipcios se construyeron para el culto oficial de los dioses y la conmemoración de los faraones del antiguo Egipto en las regiones bajo su gobierno.
Los templos de la arquitectura egipcia se consideraban el hogar de los dioses o faraones deificados a los que estaban dedicados, y en ellos los faraones y el clero egipcio llevaban a cabo diversos rituales, las funciones centrales de la religión egipcia: hacer ofrendas a sus dioses, recrear pasajes mitológicos a través de festivales y protegerse de las fuerzas del caos.
Cuidar los hogares de los dioses era el deber de los faraones, que dedicaban grandes cantidades de recursos a la construcción y mantenimiento de los templos egipcios.
Por necesidad, los faraones delegaban la mayoría de los rituales a una gran casta de sacerdotes, aunque la mayoría de la gente común estaba excluida de la participación directa en las ceremonias porque se les prohibía el acceso a las zonas más sagradas de los templos.
A pesar de esto, el templo siempre fue un importante centro religioso para todos los egipcios, que acudían a ellos para rezar, hacer ofrendas y buscar orientación en los oráculos.
La parte más importante del templo era la naos o santa sanctorum, que normalmente albergaba una imagen de culto, una estatua del dios.
Las habitaciones que rodeaban el santuario crecieron en tamaño y lujo con el tiempo, y así los templos pasaron de ser simples santuarios en el período pre-dinástico a los enormes edificios de piedra del Nuevo Imperio en adelante.
Estos templos están entre los ejemplos más grandes y duraderos de toda la arquitectura egipcia, y aparecen decorados y dispuestos según los complejos patrones del simbolismo religioso.
Alrededor del templo mismo, se solía crear un muro que encerraba varios edificios secundarios.
Los grandes templos también poseían una gran cantidad de terreno en el que empleaban hasta miles de laicos para satisfacer sus necesidades.
Los templos no sólo eran centros religiosos, sino también importantes enclaves económicos.
Los sacerdotes que dirigían estas poderosas instituciones gozaban de gran influencia en el gobierno de Egipto, y a pesar de su aparente subordinación al faraón, a veces planteaban importantes desafíos a su autoridad.
La construcción de templos en Egipto continuó a pesar del declive de la nación y la pérdida de la independencia bajo el Imperio Romano.
Sin embargo, con el advenimiento del cristianismo, la religión politeísta de Egipto se enfrentó a una creciente persecución, y el último templo se cerró en el año 550 D.C.
Durante siglos, los templos sufrieron destrucción y abandono.
No fue hasta principios del siglo XIX, y especialmente después de la invasión napoleónica de Egipto, que el interés por el país del Nilo creció entre los occidentales, dando lugar al nacimiento de la egiptología y al auge del turismo para visitar los restos de esa civilización.
Decenas de templos han sobrevivido hasta hoy y algunos son atracciones turísticas de fama mundial, contribuyendo significativamente a la economía del Egipto moderno.
Los egiptólogos siguen estudiando los templos de la arquitectura egipcia que han sobrevivido y los restos de los destruidos, ya que son valiosas fuentes de información sobre la sociedad del antiguo Egipto.